lunes, 11 de agosto de 2008

Arde el Cáucaso

El 8 del 8 del 08 atestiguó no únicamente el inicio de los Juegos Olímpicos en Beijing sino también el comienzo de una nueva guerra, que al contrario de los observado en los últimos conflictos militares mundialmente conocidos, no se sitúa geográficamente en Medio Oriente sino en la no menos conflictiva zona del Cáucaso.
La explosividad del Cáucaso es bien conocida debido a las guerras en la región separatista rusa de Chechenia en los años noventa. Sin embargo, esta vez no tocó a Chechenia escenificar una guerra; ahora es en el norte de Georgia, específicamente en la provincia de Osetia del Sur, donde se originó el conflicto armado que el mundo atestigua hoy en día.
La actual guerra en el Cáucaso tiene eminentemente tintes geopolíticos y geoestratégicos en su razón de ser. La zona del Cáucaso es una importante posición en materia de transporte de energéticos del mar Caspio al mar Negro y su posterior abasto a países occidentales. Si bien es cierto que la invasión rusa fue causada por el ataque del ejército georgiano a la capital de Osetia del Sur (pro-rusa), la verdadera causa de la guerra es el control de zonas estratégicas por parte de Rusia que mine el intento de influencia estadounidense en el Cáucaso.
Georgia junto con Ucrania fueron rechazadas en abril pasado, en el marco de la cumbre de la OTAN en Bucarest, de pertenecer a la alianza militar occidental, puesto que las potencias europeas veían en esta movida geopolítica una amenaza a la estabilidad en las relaciones entre Rusia y la Unión Europea. No obstante, Estados Unidos había expresado su interés en afianzar la alianza con Georgia al pujar por su fallida aceptación en la OTAN.
El régimen del presidente Mikheil Saakashvili ha sido respaldado totalmente por EU en su afán de influir en tan importante región estratégica. Es por eso que ahora se puede apreciar en las noticias a nivel mundial mensajes del presidente Bush condenando los ataques rusos a Georgia. Esto responde no precisamente al compromiso de Bush con las causas humanas sino a su profundo interés de mantener un aliado en la zona.
Actualmente no solo se libra una guerra militar sino también una guerra de acusaciones entre los altos dirigentes de Georgia y Rusia. El presidente georgiano aduce que Rusia intenta destruir su gobierno democráticamente electo para imponer un paladín ruso que coadyuve a consolidar el poderío en influencia rusa en el Cáucaso. Mientras tanto, los altos políticos rusos señalan que el único motivo que orilló a Rusia a ocupar militarmente las regiones de Osetia del Sur y Abkazia (situada al Occidente de Georgia) fue proteger a la población oseta en su mayoría con derecho a ciudadanía rusa, de los ataques imprudentes de las tropas georgianas ordenados directamente por Saakashvili. Asimismo, la prensa internacional ha colaborado enormemente a ver a Rusia como el malo del cuento al condenar fuertemente sus acciones militares.
Hasta el momento de hoy el parte de guerra es el siguiente: 1) Rusia ha ocupado ya las dos provincias secesionistas de Osetia del Sur y Abkazia. 2) Presumiblemente tropas rusas han ingresado territorio adentro ocupando la ciudad de Gori a tan solo aproximadamente 60 km al noroeste de la capital Tbilis. 3) Tropas georgianas no se han retirado completamente de Osetia del Sur, hecho que imposibilita el cumplimiento de las condiciones rusas para lograr un cese al fuego. 4) Han arribado a Georgia 800 de los 2000 soldados estacionados en Irak a bordo de aviones militares estadounidenses, hecho que el primer ministro y ex presidente Vladimir Putin condenó abiertamente. 5) Más de 30,000 personas han cruzado la frontera hacia Rusia en busca de paz, mientras que se estima en miles la cantidad de muertos, en su abrumadora mayoría civiles.
En resolución, el actual conflicto en el Cáucaso tiene un culpable: es el expansionismo estadounidense que en su afán de posicionarse justo en las narices del Kremlin ocasionó la airada reacción rusa que reclama para sí el territorio e influencia que a lo largo de toda la historia le ha pertenecido y que ha constituido uno de sus posicionamientos estratégicos de mayor relevancia en el globo terráqueo.
Estados Unidos en su afán de seguir influyendo en zonas en donde no tiene nada que hacer sigue ocasionando víctimas inocentes de su actual pusilánime política exterior. Además, el señor presidente Bush no tiene ninguna autoridad moral de acusar a Rusia de intentar destruir y violar la soberanía de un país cuando él y su ejército han destrozado varias soberanías y asesinado a decenas de miles de personas en Iraq y Afganistán.

jueves, 7 de agosto de 2008

Es Pakistán

La guerra que Estados Unidos y sus aliados occidentales libran contra el terrorismo ha tenido un gran error, puesto que se ha librado en dos frentes insustanciales para acabar con la amenaza fundamentalista islámica (Al Qaeda) y el Talibán: Iraq y Afganistán.

Meses después del “atentado terrorista” del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos (con los neoconservadores influyendo fuertemente en la política exterior) decidió emprender una lucha global contra las amenazas a su seguridad nacional, no precisamente la de todo el planeta. Estas amenazas, según los norteamericanos, estaban concentradas en Medio Oriente, principalmente en Afganistán, el cual en el tiempo de la invasión de la OTAN tenía a los talibanes encumbrados en el poder. El pretexto de la invasión a Afganistán fue precisamente la captura del mastermind de los hechos del 11/S Osama Bin Laden, sin embargo, EU no perdió la oportunidad de difundir al mundo su supuesta máxima meta: llevar la democracia, justicia, libertad e igualdad al país afgano. Nada de lo anterior sucedió, Afganistán actualmente tiene el privilegio de ser uno de los países más inseguros del planeta, prácticamente tiene una narcocracia (el comercio de la droga sigue en boga) en el poder, asimismo en materia de desarrollo social sigue sumido en la pobreza y todo lo que esto conlleva: inseguridad, corrupción, desempleo, analfabetismo. Además, los valores occidentales están lejos de llegar a una sociedad reticente a abandonar su legado cultural diametralmente opuesto al que se intenta imponer. Asimismo, las élites en el poder siguen controlando gran parte de la riqueza del país, ya que son protegidas por la OTAN, lo cual durante este año ha originado el mayor número de actos violentos no vistos desde los primeros meses de la invasión.

Tras la invasión en Afganistán y sus implicaciones geopolíticas, Estados Unidos decidió aventurarse en una nueva odisea militar y viró hacia el oeste; la víctima: Irak. El pretexto: El gobierno de Saddam Hussein (otrora aliado estadounidense en la guerra Irak-Irán en los ochenta) estaba desarrollando armas de destrucción masiva que amenazarían considerablemente los intereses norteamericanos en la región. Ya avanzada la invasión, circa 2004-2005, la alta cúpula militar estadounidense mencionó que no se habían encontrado ningún tipo de armas de destrucción masiva, hecho que Naciones Unidas confirmó tiempo después. Con esto se destruía de tajo el argumento de las armas de destrucción masiva, sin embargo, George W. Bush justificó la continuación de las acciones bélicas al señalar que Iraq debía ser liberado del yugo de Saddam, llevando los valores occidentales ya mencionados. Asimismo se acusó al ex dictador iraquí de tener nexos con Al Qaeda, hecho que ni la CIA pudo comprobar.

En suma, hoy en día, si bien la violencia ha disminuido su intensidad, Bagdad fue la ciudad que más secuestros presentó en 2007 (por cierto la segunda ciudad del mundo que más secuestros reportó fue Tijuana, Los Angeles Times, 4/8/08), las armas de destrucción masiva no se encontraron, los nexos entre Al Qaeda y Hussein tampoco se comprobaron, la violencia sectaria sigue estando presente y el gobierno es pusilánime. Además, la guerra desde 2003 hasta el tiempo presente ha dejado más de medio millón de muertos según informes de Organizaciones No Gubernamentales.

Volviendo al punto que atañe este escrito, es decir, la lucha contra el terrorismo, en los últimos días desde analistas internacionales hasta el mismo candidato presidencial Barack Obama, han señalado que el ejército estadounidense está empantanado en Iraq y que su estadía ahí ya no tiene razón de ser. Obama ha centrado su discurso en materia de política exterior en sumar fuerzas y atacar realmente la amenaza fundamentalista situada al noreste de Afganistán. En este punto, Obama no está tan equivocado, sin embargo, no todo está ahí, mejor dicho, gran parte de la amenaza no está ahí sino en Pakistán.

Pepe Escobar en su artículo titulado “Al Qaeda´s got a brand new bag” (Asia Times 24/7/08), concuerda con la idea de Obama de que Iraq no es el principal frente de lucha contra el terrorismo, sin embargo, aduce que el principal frente “es de hecho Pakistán”. Menciona que en la zona tribal del noroeste de Pakistán (Waziristan), antaño se han ido gestando células fundamentalistas que desestabilizan la región, amenazando así tanto la vida política como la civil. Escobar aduce que es tal el dominio talibán en la zona que” el Estado pakistaní prácticamente no tiene presencia ahí”. Todo está controlado por los fundamentalistas en esa zona mientras que el gobierno apoyado por EU del general Pervez Musharraf no hace muchos esfuerzos por recuperar su presencia.

Durante la primera semana de este mes murieron asesinadas más de 90 personas en combates entre fuerzas gubernamentales y seguidores talibanes en el Valle de Swat al noroeste de Pakistán. La violencia en la zona ha obligado a miles a desplazarse de sus hogares en la zona de las Áreas Tribales Federalmente Administradas (FATA por sus siglas en inglés). Asimismo la provincia de la Frontera del Oeste (NWFP por sus siglas en inglés) presenta una inestabilidad política y un grado de violencia similares a los observados en Afganistán antes del 11/S (Eurasianet 4/8/08). Esto ha hecho de la zona uno de los lugares más inseguros del planeta ya que ni el gobierno pakistaní, ni EU ni la OTAN han intervenido directamente a buscar resolver los conflictos en la zona.

La inhóspita zona que atañe a este asunto es de difícil acceso, sin embargo, nada es imposible para la tecnología estadounidense de guerra. El gobierno de Bush cuenta con geoestrategas y especialistas en seguridad nacional de grandes alcances que fácilmente podrían divisar el problema en el noroeste de Pakistán, sin embargo, parece que a EU no le han interesado mucho controlar esas zonas en donde se encuentran pocas riquezas naturales a comparación de Iraq.

En resolución, Estados Unidos se ha equivocado en los frentes que ha abierto en su lucha contra el terrorismo y la amenaza fundamentalista islámica. A partir del comienzo de esta campaña la amenaza talibán se ha concentrado en el noroeste de Pakistán, donde actualmente pululan cientos de combatientes dispuestos a dar sus vidas con tal de causar daño a los intereses occidentales en la región. El próximo presidente norteamericano debe definitivamente volcar todos sus esfuerzos para establecer control en la zona, sin embargo, tal cosa no la logrará siguiendo la tónica bushiana, es decir, mediante acciones militares. El presidente Musharraf debe ser presionado para que imponga en las zonas afectadas por la violencia medidas como programas de desarrollo social y económico, tales como reactivación de la educación, incentivos al campo, inversión en infraestructura, entre otras. No será con más misiles y civiles muertos como se apaciguarán a los simpatizantes talibanes sino con acciones que coadyuven a respetar su libertad religiosa así como su preservación de valores tradicionales, los cuales Occidente, especialmente EU, se empecina en atacar en aras de preservar su seguridad, sin embargo, es un secreto a voces sabido por todos: Occidente no va por valores, sino por recursos naturales, lástima que la región noreste de Pakistán no los tenga en abundancia.

viernes, 1 de agosto de 2008

Belgrado: camino libre hacia Bruselas vía Karadzic

Hace aproximadamente un par de semanas se recordó en este espacio el 13° aniversario de la ignominiosa masacre de Srebrenica, cuyo saldo fue de más de 8,000 civiles musulmanes bosnios asesinados a manos de tropas serbobosnias en el marco de la funesta desintegración de Yugoslavia. Casualmente hace no muchos días, el 23 de julio, fue detenido en la República de Serbia el cerebro de esta matanza: Radovan Karadzic, quien en 1995 fungía como presidente de la autoproclamada, pero legal República Serbia de Bosnia Republika Srpska.

Y digo casualmente porque el momento político por el que está atravesando Serbia actualmente es de suma importancia para las aspiraciones europeas de la nación balcánica. El actual gobierno serbio, cuyo origen es el 11 de mayo con las elecciones parlamentarias claramente ganadas por el partido del presidente proeuropeo Boris Tadic, fue formado tras tres meses de complicadas de negociaciones entre proeuropeos (demócratas), pro-rusos (nacionalistas) y socialistas (anteriores camaradas de Slobodan Milosevic), quienes por cierto definieron la balanza en favor de los que se inclinan por un acercamiento a la Unión Europea.

La ilegal, ilegítima, violatoria e unilateral declaración de independencia de Kosovo de febrero pasado fue el acontecimiento que profundizó fuertemente la división en la política exterior serbia de hoy en día. Mientras que el presidente Boris Tadic asumió una posición de rechazo, pero con ánimos de negociación, el primer ministro de ese entonces, Vojislav Kostunica (nacionalista) rechazó, fustigo y reprobó tajantemente el acto, mostrando una clara inclinación hacia un estrecho acercamiento con Rusia para preservar la soberanía integral de Serbia, estipulada claramente en la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La cuestión kosovar alejó de momento las aspiraciones serbias de acceder a la Unión Europea y transitó al país a un periodo de incertidumbre política que hoy en día parece haberse clarificado en un diáfano objetivo: formar parte del bloque europeo de naciones.

Ahora bien, las aspiraciones serbias de ocupar un puesto permanente en la UE no son cosa de estos meses. Desde 2006 la política exterior serbia contenía en su agenda las negociaciones con Bruselas (sede de la UE) para un posible asiento permanente, sin embargo, existían ciertos requisitos que le fueron impuestos a Belgrado como indispensables para otorgar la ansiada membresía. El más importante era la entrega al Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) con sede en Den Haag Países Bajos, de dos de los genocidas más importantes de las guerras de los años noventa: Radtko Mladic (militar) y Radovan Karadzic (político).

En consecuencia, el gobierno serbio sabía perfectamente que el único elemento que podía darle el pase directo a Bruselas era la captura tanto de Mladic como Karadzic o en el mejor de los casos de los dos. La comunidad internacional culpó varios años a Serbia de dar protección a los criminales de guerra y aducían, no con candidez, que ambos estaban ocultos en aquel país. Era obvio, no iban a estar ni en Croacia ni en Bosnia, países que tras la desintegración de Yugoslavia han mostrado su rechazo a todo lo que tenga que ver con Serbia y la ortodoxia cristiana.

Si bien es cierto que Karadzic, quien es apodado como “el carnicero de Bosnia”, fue capturado con una identidad totalmente distinta, no es aventurado colegir que gozó de la protección directa del gobierno serbio para evitar su captura y así poder evadir a la justicia internacional cerca de 13 años. Empero, Belgrado tuvo que suspender esta especie de “asilo político ilegal” para concretar sus ambiciones europeas y dar a Occidente muestras de cooperación para resolver lo concerniente a los trágicos episodios de los años noventa, de los cuales Serbia, según la triple moral de occidente, es la máxima culpable de ellos y sus consecuencias (el desastre humanitario en los Balcanes). De hecho, Occidente mostró su benevolencia bienintencionada y mediante el TPIY hace pocos años exoneró a Serbia del delito de genocidio general. De haber sido encontrada culpable, Serbia habría sido el primer y único país en la historia de la humanidad en ser juzgado por semejante infamia.

Así pues, Radovan Karadzic, que seguramente será condenado a cadena perpetua puesto que el TPIY no contempla la pena de muerte, resultó ser ahora una herramienta (el pase directo) del gobierno proeuropeo serbio para lograr sus objetivos en materia exterior y seguir así una línea, que desde la caída de Slobodan Milosevic como dirigente serbio, se había ido trazando.

En resolución, con la captura del ex presidente serbobosnio ganan todos; gana Occidente porque sus instituciones (TPIY, CS, ONU) tienen ahora más que nunca la oportunidad de ganar credibilidad en el manejo de asuntos de alta importancia para la humanidad. Gana Serbia porque a partir de estos momentos tendrá el camino libre para que a más tardar en 2010 forme parte oficialmente de la Unión Europea. El único perdedor aquí se llama Radovan Karadzic, cuyo caso demuestra que en la política todo es útil hasta cierto momento, y que para alcanzar las ambiciones de los dirigentes políticos es necesario deshacerse de cualquier forma de los obstáculos que impidan la concreción de éstas.