domingo, 28 de septiembre de 2008

¿Cómo puede John McCain evitar la derrota?

La política exterior estadounidense ha estado demasiado activa en los últimos ocho años. Una cantidad considerable de acontecimientos en materia internacional están estrechamente relacionados con el comportamiento político, económico y financiero de Estados Unidos (v.gr. 11/9, Irak, Afganistán, Corea del Norte, Georgia). La presidencia de George W. Bush pasará a la historia norteamericana como la más aciaga de todos los tiempos, con niveles de aceptación jamás vistos anteriormente, y unas políticas que en materia internacional resultaron ser más que productivas, ineficaces y catastróficas para el bienestar político, social y económico de su país.

Ahora bien, el periodo presidencial de Bush está a punto de culminar, heredando así una serie de problemas y compromisos a quien resulte el próximo presidente de la otrora potencia hegemónica del orbe. Esta es la cuestión que ha dominado la escena internacional en los últimos meses: los medios de comunicación de todos los países del planeta le han dado un seguimiento a la campaña presidencial de EU como nunca antes visto. Ésta pasará a la historia como la campaña más seguida, transmitida, cara, cerrada y sobre todo la más importante y trascendental para la historia contemporánea dada la frágil situación que el mundo está viviendo actualmente; y dada también la importancia de Estados Unidos en el equilibrio de las geofinanzas, la geopolítica y la geoestrategia a nivel global.
Aterrizando en el tema, la pregunta obligada es: ¿quién será el próximo presidente de Estados Unidos? Esa pregunta aplicaba hace algunos meses, incluso cuando aún no se decidía la elección interna del Partido Demócrata. Sin embargo, dadas las circunstancias en las que se está desarrollando la actual campaña presidencial, yo cambiaría la pregunta a: ¿cómo podrá John McCain evitar su derrota? Al plantear esta pregunta estoy asegurando de entrada que Barack Obama, salvo alguna excepcionalidad, se convertirá en el próximo presidente de EU. Semejante aserto puede resultar demasiado aventurado. O al menos eso parecía hace algunos días antes del reciente caos en Wall Street. Hablemos un poco de esto.
La quiebra del cuarto más grande banco de inversiones estadounidense Lehman Brothers desencadenó una oleada de temores entre los inversionistas en Wall Street y la City (equivalente de Wall Street en el Reino Unido), empero, esta fue la última gran catástrofe financiera en el mundo anglosajón, pero no la única, comencemos por recodar la nacionalización del importante banco comercial británico Northern Rock hace no muchos meses, después vino la gran depreciación de las acciones del gigante automovilístico General Motors (GM), a tal grado que Goldman Sachs (mayor banco de inversiones del mundo) sugirió a los accionistas de la corporación a poner en venta sus activos. Posteriormente, hace menos de dos meses se comenzó a especular acerca de la naturaleza del estado financiero de las dos gigantes hipotecarias de EU: Fannie Mae y Freddie Mac; al principio se señaló que la crisis contable que pasaban ambas corporaciones era pasajera, se inyectó liquidez, y se esperó así que las empresas salieran de su naufragio financiero. No obstante, hace dos semanas se informó que el gobierno de Estados Unidos a través de la Secretaría del Tesoro y la Fed (banco central estadounidense) rescató y nacionalizó las empresas, intentando paliar así la crisis por la que atraviesan ambas corporaciones. Posteriormente vino lo de Lehman Brothers, mientras que casi al mismo tiempo la compañía de seguros más importante de EU AIG pidió ayuda a la Fed, puesto que había entrado en una fase riesgosa que podría haberla llevado a la banca rota. Como resultado de las diversas negociaciones la Reserva Federal de Nueva York a cambio del rescate financiero obtuvo el 79.9 % de los activos de la empresa (The New York Times 24/9/08). Más aún,, Merry Lynch (importante calificadora de activos financieros) para salvarse de la inevitable bancarrota fue comprada por el banco comercial Bank of America.
En suma, las grandes corporaciones financieras han estado cayendo como fichas de dominó, unas tras otras, desnudando así el putrefacto sistema financiero anglosajón y el fin de la era de la desregularización bancaria. Lo anterior será oficialmente anunciado cuando en los próximos días el gobierno estadounidense dé la noticia de la aprobación de su magno rescate de 700 billones de dólares (1.52 el costo de la guerra en Irak) para terminar con la actual crisis financiera.
Se preguntarán ¿a qué viene esto? Si estábamos hablando de las elecciones presidenciales, es decir de política, y lo que abordé fueron finanzas no política. La respuesta sería: el estado actual financiero en EU afectará irremediablemente la campaña de John McCain, ya que el electorado ve al panameño (John McCain nació en Panamá) como una continuación del terror financiero en Wall Street. Así como ser compañero de Bush y aprobar la guerra en Irak le dio una mala impresión a gran parte del electorado estadounidense, también el hecho de pertenecer a la actual administración le hace de facto ser partícipe de la crisis. En este punto cabe hacer una aclaración. Cuando un país entra en una crisis del orden que sea, generalmente se culpa a la administración en turno de ella, en este caso el electorado estadounidense ve a la administración Bush como la principal provocadora de la actual crisis financiera. Sin embargo, no fue Bush el que causó la crisis. De hecho, aunque es complicado mencionar un solo culpable, puesto que lo son todos los banqueros, especuladores e inversionistas, (la conmiserada población estadounidense no se salva con un consumismo anual con valor del 70 % del PIB de EU) éste sería Ronald Reagan (republicano), que junto con Margaret Thactcher (ultraconservadora) en los ochenta, impulsó el desarrollo de la desregularización financiera (es decir, sin supervisión gubernamental en el manejo de las finanzas de las corporaciones), la creación de paraísos fiscales (off-shore), cuentas invisibles, deudas impagables e incobrables por su estratosférica magnitud, cuentas invisibles (off-balance), en resumen , la famosa reaganomics.
Aunque McCain no tenga ni la menor noción de qué son las finanzas, cosa que no dudaría, el hecho de pertenecer al partido de Bush afecta considerablemente la imagen del republicano. Esto ya se comenzó a apreciar en las encuestas, las cuales colocan a Obama en un rango de 3 a 7 % arriba del senador por Arizona, siendo que hace dos semanas Obama llegó incluso a estar abajo en las encuestas debido al efecto Palin. Es decir, si las elecciones fueran hoy, Obama ganaría sin ningún problema la presidencia. Sin embargo, el G.O.P. (Grand Old Party, siglas tradicionales del Partido Republicano) tiene un as bajo la manga.
El electorado estadounidense ha basado su voto en las últimas dos elecciones presidenciales, tomando como criterio de elección la seguridad nacional. Hagamos memoria: en 2000 Bush ganó con serias dudas (remember Frorida) la elección presidencial con el argumento de que EU necesitaba un presidente que atendiera las amenazas a su seguridad nacional, ya que podrían realizarse atentados terroristas dentro de territorio norteamericano. Objetivos estadounidenses ya habían sido atacados por fundamentalistas islámicos, como el USS Cole en Adén, Yemén meses antes de la elección presidencial de 2000 y las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania a finales de los noventa. En ese escenario de incertidumbre Bush se alzó con la victoria, prometiendo una América más segura y a salvo de las amenazas fundamentalistas, además Clinton le ayudó a ganar tras el descrédito que sufrieron los demócratas debido al procaz escándalo sexual (remember the Monicagate) de su presidente.
Luego vino el 11 de septiembre, el “ataque terrorista” montado, planeado, sabido y permitido. Si algún estadounidense leyera estas líneas se quedaría impávido ante el anterior aserto. Pero tan solo díganme ustedes: ¿era incapaz de evitar la segunda colisión en el WTC la fuerza área más equipada del planeta? Los aviones supersónicos apostados en la base naval de Maryland, pueden arribar en menos de 8 minutos al corazón de Manhattan, incluso hasta menos. El lapso entre el primer y el segundo impacto fue de 15 minutos, por lo tanto, era absolutamente plausible una reacción inmediata de la fuerza aérea estadounidense para evitar el segundo impacto. No es cuestión de este texto juzgar la naturaleza de los hechos del 11/9, el hecho que quiero remarcar aquí es que éste fue el principal pretexto para iniciar la invasión a Afganistán y la llamada “guerra contra el terrorismo”. La psicosis social se abalanzó sobre la población estadounidense, el gobierno provocó miedo, obteniendo así el aval de la población para luchar contra la amenaza talibán y sobre todo capturar a ese malhechor llamado Osama Bin Laden.
Ahora bien, en plena elección presidencial de 2004 Estados Unidos se encontraba en plena guerra contra Irak. A pesar de las dudas en Ohio, Bush ganó legítimamente la elección; la causa: el electorado estaba turbado y sentía que con el texano en el poder su nación se encontraría más segura, la guerra era bien vista en ese momento: los estadounidenses se habían tragado ese cuento de que era en bien de su seguridad.
En suma, en tiempos de guerra, o de hechos que amenacen la seguridad nacional de EU, el Partido Republicano ha tenido más probabilidades de ganar. Aquí viene el punto central de este texto: si John McCain quiere ganar la elección presidencial de noviembre próximo, EU debe estar en guerra o sus intereses deben de estar claramente amenazados. Más diáfano: EU debe realizar nuevamente un ataque montado al estilo Hollywoodense, iniciar una nueva guerra o bombardear algún país contenido dentro del eje del mal de Washington, Irán es la opción.
Pero, ¿qué tan factible es alguno de estos tres escenarios? Con respecto a los dos primeros (un ataque terrorista dentro de EU o una nueva invasión militar) resultan prácticamente imposibles debido a las circunstancias actuales del terreno. Un nuevo atentado es impensable, puesto que la situación política y financiera tiene un grado de pusilanimidad muy diferente al del 11/9. Una invasión es inviable en términos militares, ya que abrir un tercer frente de guerra, en palabras de altos mandos militares norteamericanos, sería catastrófico para las fuerzas armadas de Washington. Queda el tercer escenario (un bombardeo), el cual es el más verosímil debido a las especulaciones de las últimas semanas. Medios israelitas y británicos han manejado la hipótesis de que EU, vía Israel, está a punto de lanzar un ataque preventivo a objetivos nucleares en Irán (Haaretz 25/9/08, Debka Files 12/7/08, The Guardian, 25/9/08), esto ya se había abordado en este espacio hace unos meses. Los neoconservadores están presionando fuertemente para que el bombardeo se realice, puesto que en un escenario de contienda militar sería harto probable una victoria de John McCain: una vez más la cuestión de seguridad nacional dominaría la intención del voto entre los estadounidenses y la psicosis social ahora provocada por la crisis financiera se trastornaría en una causada por una amenaza a la seguridad interna.
En resolución, la victoria de Obama parece inevitable, sin embargo, al contrario de lo que la mayoría del electorado piensa, la decisión no está en ellos, sino en el grado de convencimiento para lanzar un bombardeo a instalaciones iraníes que tengan los neoconservadores sobre la Casa Blanca. McCain reza para que esto suceda, mientras que Palin (candidata a la vicepresidencia de EU por el G.O.P., quien dijo que la invasión a Irak había sido un plan preconcebido por Dios) invoca a Dios para que haya preconcebido un plan para bombardear Irán antes del 4 de noviembre. Obama espera tranquilo, sabe que salvo alguna excepcionalidad él será el próximo presidente de EU (de paso el más joven y el primer afroamericano en la historia de aquel país). Ahora la pregunta a resolver en las próximas 6 semanas es: ¿Qué tanta influencia tendrán los neoconservadores en tiempos de turbulencias financieras?