sábado, 30 de mayo de 2009

Un nuevo Louvre. ¿En París? No, en Abu Dhabi. El posicionamiento francés en el Golfo Pérsico










Las fichas del tablero internacional poco a poco se vuelven a posicionar tras el fin de la hegemonía neoconservadora en la política exterior estadounidense. El histórico presidente Barack Obama en materia de relaciones internacionales ha dado cabida a la apertura definitiva, e irreversible incluso desde antes de comenzar su periodo presidencial, a algo que hoy llamamos la era multipolar y que definitivamente quedará registrada en la historiografía venidera como una época en la que las decisiones en política internacional conjuntaron a un gran número de naciones; pujantes algunas como China, India, Brasil; viejas potencias otras, como Francia, Inglaterra, Alemania; y por supuesto las antiguas superpotencias: Rusia y Estados Unidos.

Este fenómeno, el de la multipolaridad, ha permitido que países que antes lucían a la sombra de Estados Unidos desarrollen ellos mismos una serie de estrategias políticas y económicas en aras de ingresar como miembros activos e independientes al juego geopolítico en una serie de territorios en los que antes la presencia estadounidense era única e incuestionable. Pero no nada más estrategias políticas y económicas sino hasta culturales. Claro ejemplo de lo anterior expuesto es la cuestión a la que me voy a referir el presente artículo: Francia y su posicionamiento en el Golfo Pérsico.

HECHOS. Dos movimientos se registraron el martes pasado por parte de Francia.

El primero: la inauguración de una pequeña exposición artística en el lujoso hotel Palacio de los Emiratos ubicado en el puerto más pujante del planeta: Abu Dhabi. La inauguración de la exposición, a la que asistieron el presidente geoestratega francés Nicolás Sarkozy y el Sheik de Abu Dhabi Mohammed bin Zayed al-Nahyan, simbolizó el inicio de los trabajos de construcción de lo que en 2013 será el nuevo Museo Louvre Abu Dhabi. ¿El histórico Louvre guardián de la Giocconda de Da Vinci? Sí, pero en las costas del Pérsico.

Francia y los Emiratos Árabes Unidos firmaron un acuerdo mediante el cual Abu Dhabi pagará 555 millones de dólares al gobierno francés por el uso del nombre Louvre, así como préstamos artísticos de otros museos parisinos, exhibiciones especiales y asesoría técnica en la organización del nuevo museo. (The New York Times,”Abu Dhabi Gets a Sampler of World Art”, 26.5.09)

El Louvre Abu Dhabi, sin embargo, en realidad no será una calca del original parisino, sino que intentará crear un nuevo concepto, al cual llamo intercivilizatorio. Dicho concepto se puede apreciar al echar un vistazo a algunas de las obras que se muestran en la exposición referida anteriormente. Las obras van desde una figura cerámica griega del 520 a.C. a dos lienzos de Eduardo Manet de 1862, pasando por obras budistas, como un bodhisattva del segundo o tercer siglo d.C., una cabeza de Buddha en mármol blanco de la dinastía Qi (550-577 d.C.), a temas religiosos cristianos como “La virgen y el niño” de Bellini (circa 1480) y una escultura de Jesús que data del siglo XVI traída de la zona bávara de Austria.

Asimismo, entras otras obras, el Louvre Abu Dhabi ha adquirido 1 lienzo del francés Jean-François de Troy llamado “Esther Fainting Before Ahaseurus” así como objetos pertenecientes a Yves Saint Laurent de una subasta de la casa Christies llevada a cabo en París el pasado febrero.

En general, el objetivo del museo es fomentar el dialogo intercivilizatorio en materia artística y cultural, lo cual realmente es importante puesto que puede significar un intento de aproximación entre las diferentes civilizaciones que existen en ese planeta. Más importante aún, y en lo que estriba su significado, es que este acontecimiento se dará lugar en un país no occidental sino musulmán. Ilustrativo de lo anterior es la declaración del director curatorial de la Agencia Francesa de Museos, encargada de supervisar el proyecto del Louvre Abu Dhabi, Laurence Des Cars, quien señaló lo siguiente: “hay una gran escultura de Jesucristo enfrente de la cabeza de Buddha y de un Corán del siglo XIII… es el perfecto símbolo de nuestro espíritu universal”.

Una vez referida la bonita cuestión artística y cultural del posicionamiento francés en el golfo Pérsico doy paso a los hechos fácticos y geopolíticos que Francia está llevando acabo en aras de ejercer una influencia decisiva como nación independiente; ojo, dije nación independiente, no nación europea ni nación perteneciente a la OTAN, espero se entienda la diferencia. Pues no es lo mismo Francia dentro de la OTAN, que dentro de la Unión Europea, ni menos Francia actuando autónomamente en asuntos internacionales.

El segundo hecho es la apertura de la primera base militar francesa en el Golfo Pérsico. En un hecho sin precedentes en la historia de las relaciones internacionales francesas, el país galo ha consolidado una serie de compromisos en materia militar y energética con los Emiratos Árabes Unidos, pues Francia es por mucho su principal suplidor de armas, además de que ambos países tienen un pacto de defensa que data de 1995 en el que entre otras cosas se estipula el ejercicio de 25 maniobras militares conjuntas cada año; estos ejercicios militares generalmente pasan desapercibidos por la prensa internacional. (Radio France International. Rfi.fr, 26.5.09).

Ahora bien, ¿a qué se debe tanto interés por parte de Francia de establecer una base militar propia en el Golfo Pérsico? Primero que nada es importante mencionar la ubicación de la misma, puesto que se encuentra enclavada en uno de los sitios geoestratégicos de mayor importancia en el planeta: el estrecho de Hormuz. Por este estrecho pasa aproximadamente una tercera parte del petróleo a nivel mundial, entonces por obvias razones su control es necesario para la seguridad energética de los países interesados, principalmente Irán, país que debido a su proximidad geográfica es legítimo ostentador del mayor dominio en la zona.

Francia por su parte está mandando una señal muy clara a la comunidad internacional en el sentido de que está fuertemente interesada en participar activamente en la cuestión iraní, o sea en su programa nuclear. Sin embargo, a pesar de que Sarkozy en los últimos años ha adoptado un duro discurso en contra del programa nuclear de Irán, aun no se ha delineado una verdadera política autónoma francesa en este sentido. Será el tiempo el que dirá cual será el tono francés en torno a esta importante cuestión, pues desde la llegada de Obama y su cambio de paradigma en las relaciones internacionales la posición de muchos países debió de ser revisada.

En última instancia, ambos hechos, la apertura de la primera base militar francesa en el Golfo Pérsico y el comienzo de la construcción del Louvre Abu Dhabi, se enmarcan en un complejo proceso que hace casi un año denominé la reestructuración geopolítica de Francia. (Véase mi artículo en este mismo blog llamado “Francia y su reestructuración geopolítica”, julio de 2008). Ya sea desde el ámbito cultural o desde el ámbito político-energético, París intenta de nueva cuenta asumir su papel de potencia histórica en el manejo de los asuntos del fuero internacional. Ese es precisamente el significado de la apertura de la base militar: extender la zona de influencia francesa a zonas que el país galo considera de extrema importancia para sus intereses nacionales.

Así, Francia está de regreso. Disfrazada de democracia, como la mayoría de los Estados-nación de la era contemporánea, la cuna del otrora rey sol Luis XIV y del mítico Napoleón mantiene en su código genético cultural sus pretensiones hegemónicas imperiales al posicionarse en el complejo escenario del Golfo Pérsico.

Por consiguiente, es debido agradecer al presidente Sarkozy su intensa actividad en materia de política exterior, pues al menos les da bastante que considerar a los analistas internacionales. Que su política interna no tiene muy congraciados a importantes sectores de la población francesa, cierto, pero ese es otro cantar.

Chirac sólo movió los peones, Sarkozy se aventura y mueve caballos y torres. Empero, estoy seguro de que faltan la reina y el rey por ser jugados, ¿cómo le ira al Gary Kasparov de la política internacional? El futuro devenir histórico lo dirá. De entrada, con el inicio de la construcción del Louvre Abu Dhabi, la cultura y el arte se asestaron una victoria al fomentase, por parte de Francia y de los EAU, el dialogo intercivilizatorio en aras de acercar a las cautivantes culturas que componen a este mundo.

martes, 26 de mayo de 2009

El valle del Swat: un nuevo Ruanda









En el marco de la reforzada guerra global contra el terrorismo, el ejército Pakistaní acaba de provocar uno de los mayores éxodos en la historia contemporánea, al grado de que varios medios anglosajones comparan esta situación con el masivo éxodo tanto de hutus y tutsis observado en Ruanda en 1994. El ejército pakistaní en su afán de liquidar al Talibán, situado en zonas en donde alguna vez el Estado ejercía el control, está ocasionando una catástrofe humanitaria de grandes dimensiones.

Hace algunas semanas en este espacio refería la delicada situación que se vivía en Sri Lanka, que por cierto ya se resolvió al ser derrotado definitivamente, según el gobierno singalés, el Ejército de Liberación Tigres del Eleam Tamil. (The Washington Post, 25.5.09) En el conflicto que tuvo lugar semanas atrás, según Naciones Unidas, fueron más de 50,000 personas que sufrieron los estragos de la guerra. Entonces, si se compara lo acaecido en Sri Lanka con lo que sucede actualmente en Pakistán, se puede apreciar la gran diferencia que hay en cuanto a las cifras, pues, según Naciones Unidas van 2.4 millones de desplazados tras la ofensiva militar en el valle del Swat. (Dawn, 25.5.09).

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) señaló la semana pasada que el éxodo humano del valle del Swat, situado al noroeste de Pakistán y alguna vez un paraíso turístico natural, se está convirtiendo en el más dramático desde el genocidio de 1994 en Ruanda. (The Guardian, 18.5.09) Esta situación per se es trágica, ya que el hecho de tener esa cantidad de desplazados, es significado del peligro al que están expuestos los pakistanís viviendo en el noroeste del Estado asiático. Sin embargo, hay un elemento que agrava aún más la situación: Naciones Unidas, a través de su Alto Comisionado para Refugiados, se encuentra en imposibilidad de suministrar a toda esa población vivienda, alimento, medicinas, víveres y todos los elementos indispensables para sobrevivir. Además, se carece de campos de refugiados, lo cual ha llevado a los desplazados a hospedarse con familiares en ciudades no afectadas por la guerra, metiendo así a 30 o más personas en una misma casa. Ya se imaginaran cómo han de ser las condiciones humanitarias en ese tipo de circunstancias.

Ahora bien, al contrario de Sri Lanka recientemente, o de Ruanda en 1994, en Pakistán la situación es sumamente compleja y francamente difícil de resolver. En Sri Lanka el problema fue la aparición de una organización terrorista con un objetivo bien definido y expresado abiertamente: la independencia de la región tamil del Estado singalés. Mediante atentados terroristas y una constante guerra civil de 25 años, los Tigres de Liberación trataron de lograr su objetivo, claudicando definitivamente hace pocos días tras la muerte de su máximo líder. 

En cuanto a Ruanda, la situación fue más que nada eminentemente étnica: hutus y tutsis se enfrascaron en una guerra civil que dejó como resultado el genocidio tutsi a manos hutus, en el que murieron, 800,000 personas, la mayoría a punta de machete. Sin duda, después del Holocausto judío, esta fue la peor atrocidad que se cometió en la segunda mitad del siglo XX contra un grupo humano por el simple hecho de tener un origen étnico distinto al asentado en el poder.

Por su parte, en Pakistán la situación es complejísima, pues el éxodo de estas semanas es sólo la señal más acentuada de la existencia de un profundo conflicto en el orden político, geográfico, histórico, económico y energético entre el Talibán y el Estado pakistaní. Conflicto en el que confluyen una serie de intereses internacionales, tanto de Estados-nación como de corporaciones transnacionales. Estados-nación como Estados Unidos, China, Rusia, e India, tienen cada uno de ellos múltiples intereses, principalmente de orden energético y geopolítico. Mientras que las corporaciones transnacionales tienen intereses del orden financiero-económico.

Asimismo, en la lucha entre el Talibán y Pakistán, y más ampliamente entre el Talibán y Occidente, particularmente EU y la OTAN, está presente una guerra ideológica y religiosa. El fundamentalismo islámico irracional de grupos radicales talibanes cierra cada día más el camino idóneo para dirimir las diferencias entre las naciones o entre grupos antagónicos, es decir, la diplomacia; pues creen dichos grupos, que su visión del mundo es la única y correcta, que Occidente es una civilización depredadora y que los territorios en los que se libra la guerra deben ser abandonados por las potencias europeas y norteamericanas, específicamente Afganistán. En efecto, la conducta de las cúpulas políticas de las naciones de Occidente a lo largo de la historia no ha sido la más pacífica y conciliadora con Asia; el colonialismo del siglo XIX dejó una huella incurable en el alma de las colectividades de aquel continente.

 No obstante todo el grado de culpabilidad que Occidente tiene en la problemática pakistaní, (recordar que Pakistán es un Estado artificial, pues es literalmente una amputación a India malograda por los británicos tras su abandono del Sureste asiático a mediados del siglo pasado), no se puede basar el análisis partiendo de esa premisa. La resolución del problema tiene que estar basada en el mutuo consenso entre talibanes, gobierno pakistaní y potencias occidentales. Los actores presentes en el problema del lado pakistaní son múltiples y variados: punjabs, baluchis, sindis, y pashtunes; ni el propio Islam ha logrado cohesionar esa etnicidad diversa. Asimismo, los propios grupos talibanes tienen muchas veces intereses diferentes, por lo que hablar de un Talibán es ciertamente una abstracción que dista mucho de ser una realidad unificada. Por consiguiente, Estados Unidos se enfrenta ante el dilema de mostrar una cara de reconciliación con el mundo Islámico, pero al mismo tiempo, como es natural en cualquier imperio, tiene que velar por sus intereses que ciertamente son principalmente energéticos, pero también de seguridad nacional, puesto que esas zonas ajenas al control estatal pakistaní son verdaderamente un semillero de terroristas, safe heavens dirían los anglosajones.

Así pues, el problema es intrincado, es decir, enredado, complicado, confuso. Pedirle la solución a un solo personaje, o sea Barack Obama, es una presunción reduccionista sobre lo que se debería de hacer para terminar el conflicto. La vía diplomática está abierta, sin embargo, Richard Holbrooke, enviado especial para Afganistán y Pakistán, no puede hacer todo, en realidad puede hacer poco. A veces los Estados colonizados tratan de ver en el exterior la resolución de sus problemas y pecan de omisión frecuentemente, tal y como lo está haciendo Pakistán actualmente.

¿Otorgar un verdadero grado autonomía a las provincias convulsas puede ser una buena solución? Por supuesto, el gran problema es que de quedar en manos de radicales irracionales, estas provincias podrían proclamar la independencia respectivamente, conllevando así de una u otra forma a lo temido por todos: la balcanización de la República Islámica de Pakistán. Y  como siempre, es el grueso de la población la que sufre: esta vez hasta el momento van 2.4 millones de desplazados. Sólo un dato: Pakistán tiene más de 170 millones de habitantes, por lo tanto la situación se podría agravar mucho más.

De momento, antes de esperar cualquier solución política o militar, las potencias occidentales, Rusia, China, India, organizaciones internacionales, así como los talibanes y Pakistán deberían de enfocarse a resolver la terrible crisis humanitaria en el valle del Swat y aliviar a las miles de personas afectadas por la guerra a través del establecimiento de campos de refugiados con buenas condiciones, suministro de alimentos, medicinas, ropa, etc. Además, Naciones Unidas tendría que llevar a cabo una campaña internacional que movilice a la sociedad mundial para el rápido suministro de provisiones, pues en primera instancia esa su principal tarea: velar por las condiciones humanitarias de la comunidad internacional.

Hegel decía “lo único que sabemos de la historia es que el hombre nunca aprende nada de ella”. No se equivocaba, pues el fantasma de Ruanda se pasea sobre los picos nevados del Valle del Swat, alguna vez llamado la suiza asiática por sus bellas montallas blanqueadas por la nieve y el ski que ahí se practicaba. Ahora este bello valle se ha convertido en testigo inamovible de una de las mayores tragedias de la historia contemporánea.  

domingo, 17 de mayo de 2009

La visita de Benedicto XVI a Tierra Santa




En esta ocasión de manera sucinta abordaré dos cuestiones fundamentales relacionadas con la visita de Benedicto XVI a Tierra Santa la semana pasada. Comencemos por la parte espiritual.

La visita del obispo de Roma a los lugares más sagrados de las tres religiones monoteístas más importantes del mundo: el Islam, el cristianismo y el Judaísmo, significa el claro afán de reconciliación por parte de la comunidad católica hacia el judaísmo y el Islam. En palabras del padre Caesar Atuire “la visita de Benedicto XVI trajo consigo un renacimiento en las relaciones entre judíos, musulmanes y cristianos”. (Zenit, 15.5.09)

Benedicto XVI se convirtió en estos días en el primer Papa de la historia moderna que visita Tierra Santa, llevando consigo un mensaje de unidad entre todos los hombres que habitan esa convulsa región. Un mensaje de reconciliación en el que la espiritualidad de tres sistemas de creencias tan complejas, como son las tres religiones de las que hablo, puedan convivir en paz y armonía, dejando de lado las diferencias espirituales que frecuentemente el hombre confunde y las lleva al plano terrenal.

Asimismo, la visita fue muestra representativa del afán del Santo Padre de propagar en un área tan convulsa un mensaje que aplica a todo el planeta: la religión no debe esgrimirse más como argumento político ni como arma de destrucción. Las diferencias religiosas deben desaparecer, pues Benedicto XVI, como Joseph Ratzinger, ha sido uno de los principales defensores de la libertad religiosa, la cual considera como uno de los mayores logros de la civilización moderna. Así, libertad y tolerancia religiosas son palabras claves para lograr que los hombres vivan en armonía, sosiego y paz.

Al occidental de hoy en día le cuesta trabajo entender lo anterior. Occidente se ha convertido en una civilización cínica, una civilización que denuesta la religión y que francamente desarrolla una sacrofobia generalizada. El occidental ha hecho a un lado la importancia de la religión dentro de su sistema civilizatorio y se ha olvidado que la religión no sólo es rezo, santos, misas, golpes de pecho, sermones, entre otras cosas, sino que ante todo es cultura. Por lo tanto, quizá nos cueste trabajo comprender la enorme carga simbólica que tuvo el peregrinaje de Benedicto XVI a lugares como el Santo Sepulcro, el Muro de las Lamentaciones, el Domo de la Roca, la Iglesia de la Santa Natividad, etc.

Del otro lado del Mediterráneo, y del Atlántico, esto parece ser fútil y carente de sentido. Nos estamos olvidando de la enorme religiosidad y espiritualidad de la población en Medio Oriente. Asimismo soslayamos que hay importantes, aunque evidentemente minoritarias, comunidades cristianas en países como Siria, Líbano, Jordania, Israel e incluso en territorios palestinos. Por consiguiente, las comunidades cristianas en aquellos países pueden coadyuvar, y ese fue uno de los mensajes importantes durante la visita del Papa, en encontrar una solución al problema palestino-israelí, generando puentes de comprensión entre ambas religiones para buscar la tan ansiada paz en la zona.   

Ahora bien, no obstante la enorme complejidad que enmarca la cuestión espiritual y las diferencias inextricables entre los tres sistemas de creencias, el problema palestino-israelí no se circunscribe exclusivamente al aspecto religioso. De hecho, en mi opinión, éste es un problema mucho más de índole geopolítica y geoestratégica. Entonces, hablando en estos términos, la visita de Benedicto XVI se queda totalmente en el ámbito simbólico más que en el práctico, ya que la Santa Sede en realidad carece de poder político.

Benedicto XVI, quien quizá sea el mejor teólogo del siglo XX, se ha proclamado abiertamente por la creación de un Estado palestino con fronteras bien establecidas que cuenten con amplio reconocimiento internacional. No nada más él ha propuesto esta medida; esto es algo que desde hace muchas décadas se ha venido planteando, sólo que con la reciente invasión y genocidio israelí a la población palestina en Gaza se ha puesto sobre la mesa como una de las principales medidas que podrían ser fructíferas para las negociaciones con miras a pacificar la zona.

No suena nada mal, de hecho la creación de un Estado Palestino, como lo he señalado en este espacio, es importantísima para la concreción de los afanes pacificadores en Medio Oriente. El enorme problema es cómo crear un Estado palestino tomando en cuenta las dificultades y las diferencias que existen dentro de los territorios Palestinos, es decir, de Gaza, Cisjordania y el West Bank. Hamas gobierna en Gaza legítimamente, pues llegó al poder mediante elecciones. Fatah es tachada por Hamas de ser una organización traidora a los ideales palestinos, así como de entreguista a los intereses occidentales. Hamas es calificada como una organización terrorista por el departamento de Estado de Estados Unidos, pero el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana, alguna vez dijo que su gobierno tenía la total legitimidad por haber llegado al poder mediante elecciones democráticas. Total, ¿quién entiende a los occidentales? Ni ellos mismos se ponían de acuerdo.

Actualmente, la idea de la solución mediante la creación de un Estado Palestino está muy extendida, por lo que las diferencias entre las potencias occidentales han cesado, circunscribiendo únicamente a Israel y las facciones palestinas la resolución del problema. Cosa que luce complicada, aunque en los últimos días, de hecho hace unas horas, el belicoso primer ministro israelita Benyamin Netanyahu se mostró accesible a una solución que implique la creación de un Estado Palestino. (Al Jazeera, 17.5.09)

Y aquí entramos al juego político. ¡Obama aparece en escena!

La política internacional se rige por el quid pro quo, es decir, el tú me das, yo te doy. Pongamos, pues,  las cosas sencillas: Obama quiere ayudar a resolver el conflicto palestino-israelí,  Netanyahu quiere que Irán termine su programa nuclear porque ve al país persa como el principal enemigo a vencer en la zona. Digo, en cierta medida tiene razón, más cuando Irán tiene un presidente que dice que hay que borrar del mapa a Israel. Así quién no.  Entonces, si Netanyahu apoyara la creación de Palestina como Estado-nación, Occidente, principalmente Estados Unidos, tendría que garantizarle que Irán detendría definitivamente su programa nuclear, cosa que luce complicada, pues Irán y Estados Unidos están en una fase de acercamiento diplomático, por lo que un endurecimiento de la posición estadounidense con respecto al programa nuclear iraní enfriaría totalmente este proceso. Irán le puede servir a Estados Unidos para contrarrestar  a Rusia como suplidor de gas natural a Europa, disminuyendo así el poder geoestratégico de Moscú. Estados Unidos le puede ayudar a Irán a mejorar su industria energética, puesto que necesita mejorar su complejo industrial, principalmente en materia de licuado de gas natural.  (Véase el artículo del diplomático indio M K Bhadrakumar  US promotes Iran in energy market”, en Asia Times Online, 28.4.09).

Así pues, la situación en torno a la cuestión palestina es sumamente compleja, donde una serie de intereses geoestratégicos y geopolíticos se entretejen, donde las corporaciones occidentales están ávidas de entrar a Gaza, si es que en las negociaciones de paz se incluye el fin del despiadado bloqueo impuesto por Israel que sufre la Franja, donde millones de seres humanos están empantanados por un conflicto que ha dejado cientos de miles de muertos a lo largo de toda la historia.

Para acabar de complicar el asunto, no podemos soslayar que no obstante el ámbito religioso, geopolítico y geoestratégico de la cuestión, está, asimismo, el aspecto ideológico. Dos ideologías igualmente irracionales chocan entre sí: el sionismo y el fundamentalismo islámico de algunos grupos radicales, por ejemplo Hamas; y qué decir de Hezbolla, otro grupo irracional. En efecto, tanto árabes y judíos fanáticos de estas ideologías están afectando a millones de personas que viven atrapadas en esta lucha que ha dejado miles de muertos inocentes en ataques suicidas por parte de los radicales islámicos, así como de bombardeos israelitas en locaciones civiles palestinas.

La irracionalidad que se impone en la cúpula política de Israel y en la de los grupos fundamentalistas islámicos diluye el sentimiento de hermandad que fue a propagar Benedicto XVI a Tierra Santa entre las facciones combatientes, y deja al desamparo a la numerosa población que vive en los lugares en donde alguna vez Jesús predicó la salvación, la convivencia, el amor, el respeto y la fraternidad entre todos los hombres. ¡Vaya paradoja de la historia!