viernes, 7 de agosto de 2009

Rusia – Estados Unidos ¿Una nueva era en la relación bilateral?










En una de las cartas mejores jugadas en materia de política exterior, el gobierno del histórico presidente Barack Hussein Obama se ha dado a la tarea de en las últimas semanas emprender una política de acercamiento y reconciliación con la Federación Rusa. La relación entre las dos mayores potencias militares del orbe bajo la presidencia de los llamados “cold-warriors” (Vladimir Putin y Goerge Bush) había sido de constante conflicto retórico y mutua desconfianza. Dicho fenómeno en la relación bilateral fue exacerbado por el choque de dos visiones expansionistas e imperialistas en la que uno y otro país concibieron la idea de que grandes extensiones del planeta debían estar bajo influencia ya sea rusa o estadounidense respectivamente.

Desde luego esta actitud fue más representativa en la política exterior estadounidense bajo el liderazgo neoconservador durante los 8 años de Goerge Bush como presidente de aquel país. Estados Unidos trataba de imponer su razón geopolítica en todos los rincones del orbe, dado que los neoconservadores querían llevar a la práctica su proyecto del “New American Century”. Básicamente, dicho proyecto consistía en asegurar mediante todos los medios posibles, privilegiando el militar, la hegemonía absoluta de EU a nivel global. Creo que no es muy necesario señalar que este proyecto ha fracasado de momento, aunque los neoconservadores apuestan a la candidatura del general David Patreus, quien goza de amplia popularidad en EU debido a su tarea como máximo general en Irak, para las elecciones presidenciales de 2012 en aras de reactivar tan ambiciosa empresa. (Para más del NAC véase http://www.newamericancentury.org/)

Por su parte, Rusia bajo la presidencia de otro “cold warrior” Vladimir Vladimirovich Putin, quien hoy en día a pesar de ya no ser el presidente de Rusia continúa siendo uno de los hombres más poderosos del mundo, comenzó una era nostálgica de sus memorias soviéticas y emprendió una política de recuperación de espacios y zonas geoestratégicas para el Kremlin. La guerra de Georgia precisamente hace un año fue clara muestra del afán ruso de recuperar sus esferas de influencia. Rusia acostumbrada a tener el Cáucaso bajo su mando desde tiempos zaristas no iba a permitir que un poder tan lejano como EU se posicionara en las puertas del Kremlin. El presidente georgiano Mikhail Sakaashvilli, egresado de Harvard, evidentemente forma parte de esos gobiernos títeres de los intereses occidentales, en particular de EU. Sin embargo, con los halcones alejados de las decisiones en materia de política exterior su rol como pasará a ser de diferente naturaleza en la relación bilateral Rusia-EU.

De la confrontación y el choque retórico, Obama y su equipo plantean el “reseteo” de la relación. Buscan una relación basada en mutuos intereses y no en mutuos valores. Esto es: buscan una relación en la que tanto EU como Rusia ganen. Desde luego que es complicado este juego. A pesar de las buenas intenciones, tanto Rusia como EU tienen en su código genético cultural la idea hegemónica e imperialista de siempre. Desde mi perspectiva lo que importa en este punto es el impacto de esta idea con la realidad histórica, económica y geopolítica del momento. Bush y su equipo de halcones no supieron conjuntar realidad con imperialismo, Obama más inteligentemente lo trata de hacer, al menos al respecto con Rusia, porque en la cuestión afgana es harto complicado. Asimismo, el también joven y abogado presidente de Rusia Dimitri Medvedev, está jugando esta carta, o sea la de conjuntar la idea de imperialismo con realidad presente. Esa es la sustancia de toda la política exterior de las naciones llamadas como potencias. Es el cimiento de su comportamiento con respecto a otros Estados. De la efectiva conjunción de esos dos elementos depende el éxito de la política exterior de la potencia en cuestión. Por lo tanto, Obama sabe que si quiere elevar el poderío e influencia estadounidense (porque eso es lo que quiere cualquier presidente de EU sea demócrata o republicano) tiene que tomar medidas conducentes a mejorar su relación con las otras potencias geopolíticas, es decir, Rusia y China. Ambas cosas las está haciendo muy bien.

Ahora bien, Rusia tiene que jugar la misma carta con mucha responsabilidad y sobre todo con mucho conocimiento de causa. El país más grande del mundo debe dejar sus sentimientos nostálgicos de aquella era soviética, pues actualmente ese otrora gran poderío está muy lejos de acariciarse si quiera. La influencia que alguna vez llegó a tener la URSS en la realidad actual es casi imposible de volverse a adquirir. Si bien es cierto que en términos militares aún Rusia continua siendo una superpotencia, no tiene la capacidad en otros campos, como el económico y financiero, para exigir trato de hegemón global. Considero que Rusia se debe avocar a defender sus fronteras y su radio de influencia como el Cáucaso y países como Ucrania y Bielorrusia. Los países del mar Báltico definitivamente los ha perdido, pues ya hasta en la OTAN están. Sin embargo, aquellos casos no son tan dramáticos como Ucrania, pues lazos históricos y culturales unen a gran parte de la población ucraniana, particularmente la del este, con Rusia. Por lo tanto, la entrada a la OTAN por parte de Ucrania sería desastrosa para los intereses geopolíticos de Rusia. Definitivamente sería una derrota para Moscú.

El reciente viaje en julio a Moscú habló muy bien del compromiso que Obama quiere adquirir con Rusia. De entrada, una cuestión que se debe resolver a la voz de ya es la nuclear. No porque sólo ataña directamente a la relación bilateral entre ambas naciones sino que también incluye a toda la humanidad. A pesar de que el compromiso de la reducción de los arsenales no es demasiado significativo (no esperen que de la noche a la mañana se eliminen todas las armas nucleares), sí es muestra de voluntad política traducida en acciones concretas.

El otro punto espinoso en la relación es el proyecto que Bush le heredó a Obama de construir un radar antimisiles en la República Checa y una base para 10 misiles de mediano alcance en Polonia (suficientes para alcanzar territorio ruso). Estados Unidos argumenta que esta medida está encaminada a repeler un posible ataque de Irán. Sin embargo, es claro que de llevarse acabo este proyecto se estaría amenazando directamente a Rusia, por consiguiente, el actual presidente estadounidense ha sido muy cauto en manejar esta situación, pues no ha mencionado claramente sí es que el proyecto se va a concretar para 2012 como tenía planeado Bush.

En suma, la relación bilateral Rusia-EU es quizá una de las más complejas del orbe, ya que incluye la participación de organizaciones multiestatales como la OTAN o la OCS, en las que se debaten temas como Irán y Afganistán. Asimismo, la relación se ha vuelto cada vez más compleja debido al decline en el poderío de ambas naciones. Sin embargo, parece ser que es Rusia el país que más poder está perdiendo, puesto que los años de bonanza económica debido a los altos precios del petróleo están llegando a su fin.

En una nota del think tank ruso Russia Profile Vladimir Frolov refiere los últimos acontecimientos a nivel regional que muestran la pérdida de la influencia y el poderío ruso incluso en sus propias fronteras. Entre ellos destacan el acto de rebeldía del gobierno proruso de Bierolorrusa presidido por Alexsander Lukashenko al pedir inversión estadounidense a su país y acercarse más con Occidente. También varios Estados de la Comunidad de Estados Independientes, organización fundada tras el colapso de la URSS que agrupa a países ex soviéticos de Asia Central, de Europa del Este y algunos del Cáucaso, se rehusaron a atender una reunión informal en Moscú el mes pasado. Además, en un hecho no menos significativo Tayikistán acaba de aprobar el mes pasado una ley en la que se prohíbe el manejo del idioma ruso en documentos oficiales, lo cual demuestra el decline de la influencia rusa en la zona.

En un escenario de tan poco margen de maniobra, Medvedev está tratando de contrarrestar estas cuestiones e intenta mostrar una imagen al exterior de una Rusia fuerte. Obama por su parte, cambia el discurso bushiano de conflicto y denuncia, proponiendo una nueva etapa en la relación. Lo cierto es que no será una nueva era sino que se matizarán posiciones de ambos países y se buscará converger en escenarios en los que ambas naciones pueden ganar al mismo tiempo. Sin embargo, seguirá habiendo fricciones, especialmente por el caso de Ucrania y Georgia, las cuales solamente se podrían resolver a favor de Moscú mediante la elección de un presidente pro-Kremlin en las próximas elecciones de los países respectivos.

La historia de la relación URSS (ahora Rusia)-EU ha demostrado que incluso en los tiempos más álgidos de la Guerra Fría se pudieron llegar a acuerdos en los que se respetara la integridad física de ambas naciones, pero sobre todo se ponderara entre el alcanzar inconscientemente la consecución de los intereses nacionales y la búsqueda de consenso e interés mundial. En una nota publicada recientemente por la agencia de noticias rusa RIA Novosti, Henry Kissinger, antiguo secretario de Estado bajo la administración de Nixon, hacía un homenaje con motivo de los 100 años del nacimiento de Andrei Gromyko, su contraparte soviética durante sus años en el Departamento de Estado de EU. En este texto Kissinger menciona que a pesar de las diferencias antagónicas, se pudieron llegar a acuerdos en las negociaciones diplomáticas en las que ambos países tuvieron que ceder en varios puntos con tal de obtener cierta especie de consenso.

Desde luego que no se puede comparar el escenario de plena Guerra Fría al de hoy en día, sin embargo, lo que sí se puede hacer es ajustar la idea imperial con la realidad presente. Esa es la clave de todo y sobre la que deben de trabajar los diplomáticos rusos y estadounidenses.